Un antiguo aspirante a autoridad sanitaria me contaba, más o menos así, su experiencia en un hospital poco hospitalario: –Tras un año de prácticas, los jóvenes licenciados en medicina suelen aprender cosas de primera importancia, entre ellas la completa inutilidad de lo que les enseñaron en las facultades. La prestación de asistencia médica termina por limitarse a no hacer nada tantas veces como sea posible. La medicina, reducida a mera sanidad, no cura, sólo previene y, si hacemos caso del adagio latino, sobre todo se trata de que no haga daño, que no se empeoren las cosas. La realidad tiene la fea costumbre de echar por tierra los últimos avances de la ciencia, y si algún paciente se salva es gracias a que los médicos hayan tenido el detalle de ponerse en huelga. Así, nos encontramos con la mayor fuente de enfermedades, que es la obsesión del propio médico por tratar de curar y su equivocada creencia de que puede hacerlo, en particular si tenemos en cuenta que la salud es una cons...