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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Rescatar del olvido el arte de la memoria

Rafael Gonzalo, 2015 En la cultura clásica, la memoria era la madre de las musas, la máquina del tiempo de los dioses. Una diosa ella misma, Mnemósine. El filósofo Bergson pensaba que la memoria es justamente la intersección de mente y materia, de modo que los aparentes fallos de memoria no serían en realidad fallos de su parte mental, sino del mecanismo motor que pone la memoria en acción. Funes el memorioso, el inolvidable personaje de Borges que discurrió un vocabulario infinito para la serie natural de los números –sin llegar a escribirlo, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele–, no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada bosque, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Proyectó un catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo, que definiría luego por cifras. Porque para Ireneo Funes, la memoria era la madre de las ciencias exactas, no de las artes, y su vocación era la certidumbre. O por decirlo con un rodeo, para Fu