Para las televisiones somos cuota de pantalla,
para la radio niveles de audiencia o share, cualquier espectáculo depende de la
cantidad de público, para los políticos somos volumen de votantes, para el
Estado un número de DNI, Hacienda nos controla a través del NIF y todos tenemos
también un número de Seguridad Social; el mercado se nutre de masas de
consumidores, las multinacionales hablan de volumen de clientes y todo se
reconoce por cifras y siglas; existen en el mundo 824 millones de personas
desnutridas, 630 millones de indigentes, 40 millones de infectados por el virus
del SIDA, un millón de personas mueren cada año por accidentes de tráfico, otro
millón por suicidio, mil millones no tienen acceso al agua potable... No somos
nada, pero las cifras no duelen y ya sólo nos queda la contabilidad.
Nicolás Gómez Dávila nació y murió en Bogotá. Ha sido uno de los críticos más radicales de la modernidad. Alcanzó cierto reconocimiento sólo unos años antes de su fallecimiento , gracias a las traducciones alemanas de algunos de sus libro. Criticó todas las manifestaciones de la "modernidad", las ideologías marxistas, los principios básicos de la democracia y del liberalismo, por la decadencia y la corrupción que abrigan. Sus aforismos (a los que denominaba escolios ) están cargados de una ironía corrosiva, de inteligencia y de profundas paradojas. Ahí van algunos ejemplos. Genio y figura: Sobre modernidad y progreso La vida del moderno se mueve entre dos polos; negocio y coito. La palabra moderno ya no tiene prestigio automático sino entre tontos. El moderno llama cambio caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección. El mundo en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido. La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y ater...
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