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25 aforismos, Rafael Gonzalo

Madrid, 2014


Tendrás que soñar una y mil veces lo mismo para que todo pase como lo has soñado, como lo estás soñando todavía.



La humildad es el arte de existir lo menos posible.



La Iglesia cree en Cristo muerto, pero no en el vivo.



El deber es el derecho del revés.



Si la Historia la escriben los vencedores, la Historia es siempre la versión de Caín.



Hoy ya lo sé: ayer fui feliz.



La normalidad es el rodeo que da la naturaleza para hacer surgir un puñado de excepciones.



Asumir nuestra incertidumbre en lugar de disimularla es una buena forma de adaptarse a las circunstancias. Bien mirado nunca es tarde para empezar a vivir.



Si lleno un vaso con agua del mar y la vuelvo a arrojar, ¿modifico el mar? Cada uno de mis actos más insignificantes y cotidianos, ¿repercute en la inmensidad del universo?



Los poetas prerrafaelitas idealizaban a las mujeres y sobre un altar las adoraban… para quitarlas de en medio.



Todas las cosas me desilusionan mientras ocurren y las echo de menos cuando ya han pasado.



Tenemos deseos en tanto que somos imperfectos. La perfección no desea.



Si los destinos sólo son individuales, no hay mundo.



Los niños y los locos siempre dicen la verdad. Por ello se inventaron los colegios y los manicomios. Para Nietzsche, la cuestión crucial no sería ¿qué es la verdad?, sino ¿cuánta verdad somos capaces de soportar?



La prudencia es la audacia de puntillas.



No lo sé ¿El qué? No lo sé.



La angustia de la página en blanco se combate con humor negro.



Siempre sabemos las cosas a su debido tiempo, cuando ya es demasiado tarde.



El corazón es la caja de resonancias de las sensaciones.



El arte es la verdad de la ficción que nos permite superar la ficción de la verdad.



Los nacionalistas reclaman pluralidad al Estado, pero son implacables con la disidencia.



Quien no tiene sueños, tiene dueños.



Mientras que las ideologías se basan en fundamentos falsos, las religiones se basan en la falta de fundamento. La diferencia es, como se ve, fundamental.



La avaricia confunde el fin con los medios.



Las nubes son puntos suspensivos escritos en la página del viento.

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