Ir al contenido principal

¡El Fin del Mundo está aquí!

Ahora que acaba de entrar el 2012 y los mayas han puesto tan de moda el fin del mundo para el equinoccio de invierno, quizá conviene recordar que el astrólogo Johannes Stoeffer profetizó un diluvio universal para el 20 de febrero de 1524, debido a una interacción planetaria con el signo de piscis. En parte se cumplió, porque muchos construyeron barcas, se echaron al mar y se ahogaron. Él no.

Y fue en su libro Almanach nova plurimis annis venturis inservientia (Almanaque o Ephemerides), publicado en 1499, en la ciudad alemana de Ulm. Ciertamente, un día antes de la fecha fijada, el 19 de febrero de 1524, hubo una gran tormenta y lluvia torrencial que provocó varias inundaciones y muertes. Sin embargo, no de la amplitud que él estimaba.

Aquí un apunte sobre el suceso:
http://ahuramazdah.blogspot.com/2011/01/los-diluvios-del-arca.html


Y aquí otro desmintiéndolo, en el apartado 33, al final:
http://cura.free.fr/esp/07aem2.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

La verdadera historia de la cigarra y la hormiga, por Vicente Blasco Ibáñez

Reverbera en las blancas fachadas el sol de las primeras horas de la tarde. Procuramos, en nuestros paseos por la plaza de un pequeño pueblo valenciano, no salirnos de las islas de sombra que trazan los plátanos sobre la tierra rojiza y ardiente. Silencio de sueño, calma profunda de siesta veraniega. Los únicos que vivimos en este ambiente exuberante de luz somos mi amigo y yo, que conversamos bajo los árboles de la plaza, los niños que ganguean a gritos sus lecciones en la escuela próxima, siguiendo el venerable método morisco, y los enjambres de insectos que aletean, zumban y trepan en torno de los plátanos. Calla de pronto el coro escolar, y por las ventanas abiertas llega hasta nosotros la voz de un niño, el más aplicado tal vez, que recita una fábula: La cigarra y la hormiga . Como el griterío de una muchedumbre alborotada que contesta a ultrajantes alusiones, suena el chín-chín de numerosas cigarras moviendo sus cimbalillos entre las cortinas del follaje. Mi amigo el naturalista ...

Aforismos y escolios, de Nicolás Gómez Dávila

Nicolás Gómez Dávila nació y murió en Bogotá. Ha sido uno de los críticos más radicales de la modernidad. Alcanzó cierto reconocimiento sólo unos años antes de su fallecimiento , gracias a las traducciones alemanas de algunos de sus libro. Criticó todas las manifestaciones de la "modernidad", las ideologías marxistas, los principios básicos de la democracia y del liberalismo, por la decadencia y la corrupción que abrigan. Sus aforismos (a los que denominaba escolios ) están cargados de una ironía corrosiva, de inteligencia y de profundas paradojas. Ahí van algunos ejemplos. Genio y figura: Sobre modernidad y progreso La vida del moderno se mueve entre dos polos; negocio y coito. La palabra moderno ya no tiene prestigio automático sino entre tontos. El moderno llama cambio caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección. El mundo en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido. La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y ater...

Mishima, San Sebastián

Un juvenil Mishima nos cuenta con voluptuosidad y en detalle cómo le ponen las estampas de santos, por lo menos de este casto centurión y mártir de la fe, asaeteado y atlético: “Tan pronto puse los ojos en este cuadro (se refiere al Martirio de San Sebastián, de Guido Reni), todo mi ser se estremeció bajo el impacto de una suerte de gozo pagano. Sentí arder la sangre y mi órgano mostró un impulso rebosante de ira. Esta parte de mi cuerpo, repentinamente agigantada y a punto de estallar, esperaba con una violencia inusitada a que la utilizara de una vez, y jadeaba maldiciendo mi ignorancia. Inconscientemente, mis manos empezaron a moverse de una manera que nadie les había enseñado. Sentí señales de algo sombrío y refulgente que subía y subía atacándome desde dentro… Y, acto seguido, una corriente impetuosa acompañada de una embriaguez llena de luz. Pasó cierto tiempo y, luego, sintiéndome desdichado, miré alrededor de la mesa escritorio tras la que me hallaba. Un arce que crecía j...