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Belleza interior y disimulo de la fealdad


Hay un hábito muy extendido entre las mujeres que consiste en lamentarse de que la belleza no sea algo más de lo que trasmiten los medios de comunicación y en expresar su deseo de que se ampliara el concepto de belleza para incluir también otros aspectos de la personalidad femenina, tales como la inteligencia, la simpatía o el equilibrio emocional (“belleza interior”, dicen), cosa que está muy bien, si no fuera por la necesidad que suelen tener las mujeres de ser miradas y la incomodidad que sienten ante quien no puede verlas, porque al final lo más probable es que pierdan algo más que el culo por la mera apariencia física y se midan casi exclusivamente por el canon del momento. 

Un buen ejemplo de esta contradicción lo encontramos en Mucha talla, de Wendy Shanker, un libro especialmente apropiado para leer en fechas próximas al verano, cuando comprobamos lo difícil que va a ser lucir el palmito en la playa. La autora hizo régimen durante dieciséis años, visitó a multitud de endocrinos, dietistas y entrenadores personales, se matriculó en gimnasios, consumió píldoras y brebajes, y se gastó un dineral en tratar de conseguir un cuerpo de top model. Ahora, tras coleccionar fracaso tras fracaso, Wendy explica a las lectoras que, a pesar de los kilos, se puede disfrutar de la vida, estar sana y, lo que es más importante, ser una gorda feliz. 

Un libro irónico y divertido que sirve de ejemplo de lo que entienden estas mujeres por estar en contra de la dictadura del peso ideal y no puede dejar de hacer mucho bien, sobre todo a la hora de recordarnos la famosa fábula de la zorra y las uvas: ya que no puedo conseguir algo, renuncio a ello... y me quedo tan ancha.

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